
El mundo desarrollado debe asumir la mayor parte de la responsabilidad y de los costos de la lucha por frenar el proceso de cambios climáticos, pese a que los países en desarrollo de mayor ingreso no pueden eximirse de la tarea de reducir sus emisiones de gases contaminantes.
Este es el claro mensaje lanzado por el Informe sobre Desarrollo Humano 2007 lanzado hoy en Brasilia por los Programas de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y para el Medio Ambiente (PNUMA), que advierte que la contribución de los países menos desarrollados debe hacerse sin causar daños a su crecimiento económico.
"Muchos países de ingreso mediano se están convirtiendo en emisores significativos (de gases de efecto invernadero) en términos agregados, pero no tienen la deuda de carbono con el mundo que han acumulado por países desarrollados y, en términos per cápita, aún siguen siendo emisores pequeños", afirma el documento.
Asimismo, el documento subraya que "los países desarrollados son quienes deben asumir el liderazgo, ya que tienen la carga de responsabilidad histórica del problema", y además "cuentan con los recursos financieros y las capacidades tecnológicas para iniciar reducciones profundas y prontas en las emisiones".
Pese a que advierte que "la credibilidad de cualquier acuerdo multilateral dependerá de la participación de los principales emisores del mundo en desarrollo", el informe afirma que, "en función de los principios básicos de equidad y el imperativo del desarrollo humano de ampliar el acceso a la energía, los países en desarrollo deben contar con la flexibilidad suficiente para hacer la transición hacia un crecimiento bajo en emisiones de carbono a un ritmo coherente con sus capacidades".
En este sentido, el documento considera esencial que el tratado sobre cambio climático que reemplazará a partir de 2012 el Protocolo de Kyoto contemple "sistemas de financiamiento y transferencias tecnológicas" capaces de "derribar obstáculos que impiden desembolso rápido en las tecnologías con bajas emisiones de carbono necesarias para evitar el cambio climático peligroso".
Además, apunta que "los esfuerzos de mitigación se verían fortalecidos con una cooperación destinada a apoyar la conservación y la gestión sostenible de los bosques tropicales".
En cuanto a la reducción de las emisiones, el documento apunta que el acuerdo debería permitirles a los países en desarrollo alcanzar un tope en 2020, "para luego aplicar reducciones del 20 por ciento antes de 2050".
Mucho más duras son las recomendaciones para las naciones desarrolladas, que "deberían reducir sus emisiones en por lo menos 80 por ciento, con reducciones de 30 por ciento de aquí hasta el año 2020".
ACUSA FALTA DE COMPROMISO
El documento lanza duras críticas a los países ricos, acusados de no reflejar en acciones concretas sus compromisos y discursos de preocupación por el cambio climático.
"Aquellas personas que luchan día a día por mejorar una vida en condiciones de miseria absoluta y hambre deberían tener la primera prioridad en materia de solidaridad humana", apunta.
Según el informe, "los pobres del mundo y las futuras generaciones no pueden permitirse la complacencia y las evasivas que todavía caracterizan las negociaciones internacionales sobre cambio climático".
Entre los ejemplos, el documento menciona los aranceles dictados por Unión Europea y Estados Unidos para la importación del etanol brasileño que, al ser producido en base a la caña de azúcar, es "más eficiente para reducir las emisiones de carbono".
"El problema es que las importaciones de etanol brasileño están limitadas por altos aranceles. La eliminación de esos aranceles generaría beneficios no sólo para Brasil, sino también para mitigar el cambio climático", expresa el texto.
Además, el documento critica duramente los escasos recursos financieros destinados por los países desarrollados para ayudar a los países pobres, que son los más vulnerables y los que más necesitan ayuda para adaptarse a las consecuencias del cambio climático.
"Según las palabras de Desmond Tutu, ex arzobispo de Ciudad del Cabo, vamos camino a un verdadero apartheid en cuanto a adaptación", dice el informe, que apunta que la financiación internacional alcanza hasta ahora unos 26 millones de dólares, una cifra "que equivale a lo que gasta en una semana el programa de protección contra inundaciones del Reino Unido".
El documento recuerda que los fondos comprometidos con programas de adaptación suman hoy 279 millones "para ser desembolsados en el transcurso de varios años".
"Aunque es una mejora respecto del anterior compromiso, es sólo una fracción de lo que se necesita y representa menos de la mitad de lo que el estado germano de Baden-Würtemberg asignará al fortalecimiento de sus diques de protección", agrega el informe, que estima en 86.000 millones de dólares hasta 2016 el monto necesario para un programa de adaptación eficaz en los países en desarrollo.
DPA
(www.tercera.cl )
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