En el Parque Güell

Ver las cosas y sitios de los que me hablaste pierde el colorido si tu no estás en ellas. Esto va para todos, eh.

Ver a gente que no me ve, que no sabe quien soy. Barcelona me ha invisibilizado. No tengo nombre, ni edad. Tampoco tengo respuestas ni preguntas que hacer a nadie. Pasan las horas sin propósito en una Cataluña que celebra algo que no entiendo. Los turistas tratan de congelar momentos. Yo no he sacado mi cámara. Estoy aquí. Solo eso. Tan sólo estoy. Como una excusa, he comenzado a escribir.

Aquí en el Parque Guell me convierto en una salamandra que trata de atrapar los últimos rayos del sol, este sábado de febrero 18.

Mientras conectado a los audífonos, busco ser dragón de cuento. Ésta podría ser mi guarida. Guardar letras, tocando letras dirigidas a todos ustedes. Todos quienes ya están entre las escamas del dragón.


Suena Metamorfose Ambulante. Cuando me siento dragón.... Aquí hay magia. Aquí vino el dragón a lamer sus heridas y calentar el fuego apagado del alma. Prefiero ser esa metamorfosis ambulante, dice Raúl Seixas.

Hoy he venido a morir en los brazos de Gaudí. Soy un hombre que aún tiene flora nativa entre las costillas. Y merezco renacer.

Mi selección musical está implacable. El tracklist asesino fue Ismael Serrano con Vértigo; Raúl Seixas con Metamorfose Ambulante; Lucybell, con viajar; David Gray con Red Moon; y ahora Cinematic Orchestra con To Build a Home.

Acá hay magia, y la música me da algunos mensajes.

A hacerse cargo, macho.

EMBALAJE

Temo que no cabrá en ninguna caja de mudanza el color de los cerros al atardecer, ni las sombras, ni los soles de este desierto que habité.

VODKA... con JUGO.

Anduve en la ciudad este fin de semana. Dando jugo, pensé. Siento que me agarra el aire cada vez que viajo, o que algunos infortunios me recuerdan de forma reiterada que esa ya no es mi ciudad, aunque siempre serán las únicas coordenadas que me ofrecerán refugio.

El sábado fui al cumpleaños de Seba. Y con el jet lag o el aire, anduve poco certero, delirantemente torpe, ansioso e inquieto.

Incluso, en un mal paso, me deslicé junto a una resbalosa alfombra al entrar al lugar. Y me pare con gracia scout tardíamente adolescente, ante las miradas de lástima, o burla, o vergüenza ajena. No se.

Tras buscar alivio para la torpe entrada al lugar, fui por un vodka naranja y me senté a conversar en el jardín. En el tercer trago, noté que junto a los hielos, nadaba (o moría) una chinita. Si, uno de esos bichitos tiernos que te llevan la posibilidad de encontrar la suerte hasta tus manos si es que deciden emprender el vuelo desde tus dedos. La chinita era mi redención, pensé, y me acerqué al dueño de casa para comentarle alguna conclusión improvisada que incluyera mi desliz, al bicho y mi torpe vodka naranja.

Pero al acercarme, di un trago al vaso para poder hilar la historia y me tragué al bendito insecto. Y al mostrar el vaso con el relato que me exculparía, no había chinita alguna, sino un par de hielos que de derretían bajo el sol de esa tarde y ante la mirada inquisidora del novio de mi amigo.

Fue la hora de marcharse. Y hoy noté que alcancé a tomar una fotografía de su fugaz existencia en mi vodka con jugo.

Aléjense de A y B, for god's sake!

He caído entre la locura de dos personajes enfermos.

Aunque mi única intención era quedarme con uno de ellos.

Conocí lo que es un amor violento, afortunadamente desde la esquina de enfrente.

Se sumergieron en celos y mentiras, que luego dieron paso a los golpes en palabras y otros directo al mentón.

Ninguno de ellos reconoce que están mal.

Yo pagué el pato por tener mal olfato, y por no ir a través de la vida creyendo que todo el mundo miente.

Esta vez fue la excepción, y tuve que enfrentar a A y a B. A me decía que ya no tenía nada con B. B a su vez me aseguro que nunca había terminado con A, y que A era mitómano.

A después me reclamó el hecho de creer las palabras de B, quien solo lo hacia para separarme de lado.

Pero A reconoció que había dicho cosas sobre su vida que no eran ciertas. Y que no volvería con B.

B me dijo que A, después de haberlo dejado libre, le había propuesto matrimonio.

Y B le dijo a A que cuando me junte a hablar con B, habíamos terminado en la cama.

Al final, di aviso a la policía para que ningún orate mitómano vuelva a llamarme o acercarse a mi estúpida nariz con pésimo olfato.

Voltear el vinilo.

Pasé a dejar tus cosas. Un par de obsequios que ya no quiero conmigo. Algunas camisetas, algunas chaquetas No es grata la operación. No quisiera deshacerme de nada de lo tuyo. Pero tampoco puedo seguir intentando conservar algo que nunca fue.

Rápido, sin dolor.


Volteamos el vinilo para escuchar otra canción.

Sentencia.

Me convertiré en el mejor hombre del planeta. Y no será por mérito tuyo.

Sobre el silencio.

Nuevamente me castigan con silencio. Nada peor para el músculo ingobernable.

Me castiga tu no respiración verbalizando el enojo, por lo menos.