Los cambios climáticos obligarán a Brasil a adoptar algunas modificaciones en su sistema de energía para evitar una crisis de desabastecimiento en el futuro, según un estudio divulgado hoy por la Universidad Federal de Río de Janeiro.
De acuerdo con las previsiones de los investigadores del Instituto de Posgraduación y Pesquisas en Ingeniería (Coppe) de la Universidad, por la actual tendencia, los cambios climáticos reducirán la potencia de las hidroeléctricas brasileñas y el potencial de la generación eólica.
Los cálculos fueron hechos para 2100 tanto para un escenario conservador de cambios climáticos -es decir, con las reducciones en las emisiones de gases contaminantes a las que se han comprometido las naciones industrializadas-, como para un escenario más pesimista.
El estudio, que se refiere exclusivamente a los efectos del calentamiento global sobre las fuentes renovables, fue patrocinado por Reino Unido a través del Fondo Global Opportunity.
Según el estudio, el calentamiento global provocará una disminución en el caudal de los ríos y, por lo tanto, reducirá la capacidad de generación de las hidroeléctricas, actualmente la principal fuente de energía de Brasil (85 por ciento de la matriz).
De la misma forma, con menos vientos, el potencial de generación eólico, que Brasil apenas comienza a explotar en el nordeste del país, perderá ventajas.
De acuerdo con los especialistas del Coppe, el calentamiento global afectará la producción de oleaginosas como girasol, ricino y palma, que actualmente se utilizan en el nordeste del país como fuente para la producción de biodiesel.
Y la necesidad de aumentar la producción de alimentos reducirá el área actualmente destinada al cultivo de plantas destinas a la fabricación de biocombustibles.
El estudio asegura además que, sin tener en cuenta el aumento normal del consumo, apenas los cambios climáticos provocarán un crecimiento del ocho por ciento en la demanda brasileña de electricidad, por el mayor uso de sistemas de refrigeración.
Según los especialistas, la producción de energía a partir de hidroeléctricas sufrirá en 2100 una caída de entre el 1 por ciento, en las condiciones más optimistas, y el 2,2 por ciento, en la peor de las posibilidades, como consecuencia de la reducción de los caudales y de posibles sequías prolongadas.
El estudio analizó el efecto de los cambios climáticos en las cuencas de los ríos Paraná, Grande, Paranaíba, San Francisco y Tocantins, en los que están ubicados las centrales responsables por el 70 por ciento de la capacidad instalada del país.
En algunos casos, como en las hidroeléctricas que Brasil planea construir en el río Madera, la pérdida de capacidad de potencia puede llegar al 15 por ciento, o hasta el 27 por ciento en el río San Francisco.
El potencial de generación de energía eólica caerá en un 60 por ciento, según los cálculos hechos por los especialistas a partir de la reducción prevista de la velocidad de los vientos hasta 2100.
Pese a que aumentará el potencial de los generadores eólicos construidos en el litoral brasileño, ese crecimiento no será capaz de compensar las pérdidas que sufrirán los generadores ubicados en el interior.
El estudio destaca principalmente la situación del nordeste brasileño, una empobrecida región que sufre sequías periódicas y cuyas condiciones tienden a empeorar con los cambios climáticos.
"Las regiones áridas serán más áridas y el problema de irrigación aumentará", según Alexandre Szklo, uno de los autores del estudio.
La investigación señala, que pese a que el calentamiento global hará inviable la producción de palma y ricino en el nordeste del país, el cultivo de caña de azúcar, fuente del etanol, podrá crecer debido a que la planta es más resistente a las altas temperaturas.
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